martes, 29 de noviembre de 2011

Pensando que pensaba

Y pensar que no he dejado de pensar. Y pensar que mi mente re reblandecía como un helado en verano, como un sugus en la boca de un niño como una abuela ante el llanto de su nieto.

Que no he dejado ni un solo momento de tener en mente las cosas que debí haber olvidado, solo cuando el pasado te aborda te das cuentas de esas cosas, cuando las personas reaparecen y cuando tú quieres dejarlas entrar, te das cuenta que no has dejado de pensar ni por un solo momento.

De recordar caras por la noche y labio que no se llegaron a tocar, de princesas en tierras lejanas protegidas por el dragón de las lágrimas, de caballeros con la armadura rota y el caballo cansado. Y el ogro de la distancia se interpone entre ellos, poniendo barreras insuperables, no porque no se puedan superar si no porque nunca intentaron superarse. Es un cuento imposible.

El cuento del lunes enamorado del martes, que cuando uno va el otro viene, y cuando vuelve a llegar el primero  y  se pone a esperar al segundo aún no sabe que solo lo rozará con el suspiro de un segundo.

Pero de nada me sirve pensar que pensaba, pues no sabía que lo hacía, era como si no hubiera hecho nada. Y no hacer nada me quita todo derecho a reclamar mi algo.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Tormenta Embotellada

Caminando por las calles de Toledo (donde vivo ahora) bajando por la Puerta de Bisagras hasta el Parque de las Tres culturas, miro la muralla que queda a mi espalda con un giro rápido de cabeza y te veo en una almena. Quiero ir, darte mi ayuda, intentar que bajes despacio para que no te hagas daño, pues me preocupas. Pero se que no debo, que tienes que vivir lejos de mi, dejarte a solas.

Si encierro la tormenta en una botella quizás no te afecte. Quizás esa sensación que te recorre el cuerpo como un escalofrío desaparezca y solo quede el tiempo sin mutación de ningún tipo. Así te protegeré, te protegeré de toda perturbación que pueda preocuparte lo más mínimo.

Pero claro, como de costumbre, me estoy equivocando. Me equivoco al querer protegerte, al no dejarte fallar ni caerte, pues nunca aprenderás de los errores que no has cometido y no cometerás.

Oigo como la gente grita, pidiendo balones, pelotas que retumban contra paredes y raquetas cortando el aire. Niños jugando con sus bicicletas y tu voz. Me la quito de la cabeza. Te alejo. Me acercas. Te enfrío. Me calientas. Cada pelo de mi cuerpo se eriza, cada milímetro de mi piel se contrae.