domingo, 19 de mayo de 2013

Detrás de los espejos

Ya he dicho todo lo que tenía que decir. El silencio acampa en mis labios y los deja huérfanos de palabras. Mi mente está yerma de pensamientos que me devuelvan a la vida, pues ya hace tanto tiempo que dejé de sentir y de andar.
Ahora, sólo, estoy sin rumbo dando vueltas alrededor de ninguna parte sin saber qué camino tomar por miedo a equivocarme, ahogado en un mar de tristeza sin sentido del que nadie me puede sacar. Quién me podría sacar no quiero que sufra lo que siento y, a quién ve lo que siento no se preocupa por sufrirlo y ayudarme.
El problema, al fin y al cabo no dejar de ser mío y de mi incapacidad para enfrentar la realidad. Pues sin darme cuenta, solo estoy, solo sigo y solo seguiré. Por propia elección, por destino o incapacidad. Al final me acaban abandonando aburridos de mi compañía y mis necedades. Mis pretensiones de querer ser lo que no soy y de no saber lo que quiero ser. Un caparazón vacío que anhelaba llenarse, y ahí se quedó, en el anhelo. El no saber concluir, dejarlo todo a medias y firmar con el sello de la incompetencia.
Nadie que me conozca de más de seis meses quiere seguir a mi lado. Nadie que esté tanto a mi lado puede hacerlo sin estar sin mi. Harto de esas bocas grandes que se llenan de amistad y luego desaparecen. Necesitar un empuje y sentirse solo. No echo la culpa a nadie nada más que a mí, soy el único culpable de la situación.

Ahora, vosotros dormid y yo mientras tanto desearé hacerlo. De otra manera, siendo mucho más profundo y largo ese sueño que me permitiría ser libre sin tener que preocuparme por la frugalidad de la vivido, la incertidumbre de lo que viviré. Hasta entonces, me conformaré con observaros, detrás de los espejos viendo como cada momento, sin daros cuenta desnudáis una parte de vuestra alma como si nadie os viera.