Cada vez que me pregunto qué es
algo llego a la misma conclusión, casi sin saberlo los engranajes de mi cabeza
toman el mismo camino que toman cada noche que dan las dos de la madrugada. Se
va desprendiendo pensamiento a pensamiento, como rocas en una avalancha que
sepultan lo que en cada día me construyo de forma inconsciente, pero no dejan de ser granos de arena que no me llevan a nada. ¿Qué es
divertirse? ¿Qué es amar? ¿Qué es reír? ¿Qué es aprender?
Preguntas
inocentes que muchas veces obviamos al tomar axiomas que impiden que las
formulemos, sin ningún reparo sabemos vivir sin ellas como vivimos sin Dios.
Pero como casi todo en la vida, siempre hay un pequeño clic que hace saltar la
chispa que incendia la pólvora del cartucho que impulsa la bala. La bala que, en
este caso, no es más que una conclusión llegada a deshora, dejándonos
catatónicos y atónitos por nuestra ignorancia supina. Se te tuerce el gesto e
indigesto no te queda otra que responderte a ti mismo con algo que ya sabías
pero que no te habías dado tiempo a responder, entretenido con los quehaceres y
distracciones del día a día a los que no renuncias (o incluso anhelas
semiestúpidamente).
Te
perdiste tantas cosas, tantas cosas por no saber la respuesta a tiempo. La
respuesta de que vivir es compartir, y dentro de vivir entran tantas cosas.
Cosas como divertirse, amar, aprender, soñar y reír. Desde tu madre, pasando
por un amigo hasta un animal, todos ellos aportan los ladrillos que hacen de tu
existencia una vida.