lunes, 20 de febrero de 2012

La suerte sabe enseñar

Cuando crees que lo que conoces como suerte te da la espalda dejas de preocuparte por ella. Olvidas su existencia y vives sin tenerla en cuenta, forzando la máquina en la cual te has convertido hasta ponerla al máximo de sus posibilidades, exprimiendo cada gota de zumo que te aportan las oportunidades que van surgiendo de una manera u otro.

Y, sin apenas date cuenta, esa suerte aparece y decide las cosas, les da la vuelta y las pone en tu contra, o a tu favor. Tus planes se derrumban y entran en juego factores que hasta ese preciso instante desconocías, lo que  era blanco ahora es negro y lo que es negro se ha tornado en blanco y la escala ya no es cromática, sino que solo es de grises.

Vivimos obviando cosas que no deberíamos omitir, y cuando algo no nos sale como planeamos todavía nos atrevemos a maldecir a nuestra suerte, por así llamar a esas variables no contempladas, por no permitirnos alcanzar nuestro objetivo. Esto no quiere decir que debamos calcular nuestra vida al mínimo detalle, si no que cuando fallemos en nuestros empeños, lo que debemos hacer es buscar nuestro error y corregirlo, algo sencillo y claro.


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