sábado, 23 de junio de 2012

Óxido

Mi corazón ya no late.

El repiqueteo de una aguja y un engranaje suena en mi pecho. a he perdido el norte, ahora solo tengo tiempo que se encuentra milimétricamente prefijado y predefinido por mi cabeza. Mi corazón es un reloj, que mide los pulsos, un metrónomo de mi vida que controla el compás de mis actos, haciéndolos totalmente precisos y desoladoramente fríos. Calculada cada acción, calculada cada reacción, calculado cada sentimiento...



Un tic-tac, pero no de los de los relojes de ahora, un tic-tac metálico y mecánico, al borde del colapso provocado por la herrumbre producida por los escapes del tiempo y la vida, que entremezclados oxidan el simple mecanismo de esta bomba de existir y no vivir. Ahora cuando todo creía acabado, cuando las mañanas empezaban a brillar de nuevo, veo una foto.

Y empieza a bombear

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