jueves, 9 de junio de 2011

Bestias e Ídolos

Destruyes la bestia que hay. Que recuerdas olvidar cada noche al acostarte sin mirar atrás. Sin sentir pánico por su desaparición, pues crees que te sobra. Y no,es una parte de tí, una parte tan valiosa como ese ídolo brillante que muestras por la calle con tu sonrisa colgate. Tan positivo como negativo, tan afable como arisco, tan apolar como polar, tan vivo como muerto. Te destruyes, destruyes el bagaje emocional que acumulaste por no ser capaz de soportarlo.

Y como consecuencia: volver a caer, volver a repetir la misma experiencia y tener el mismo bagaje con consecuencias mayores acarreadas por tu edad. Y volver a empezar, intentando olvidar, y volviendo a caer. Que naturaleza humana más penosa. Menos mal, que no podemos recordar conscientemente todo de cuando somos niños de teta, pues si no, probablemente también intentaríamos borrar nuestros fallos, en vez de intentar dormir con ellos. La conciencia lastra al hombre que la soporta e impulsa al que la comprende.

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