Me guiñas un ojo, sonríes cómplice de mis pensamientos esperando que yo acceda de buen grado a tus peticiones e intentado que de mi brazo a torcer. Sabes, intuyes o prevés que no. Mi corazón sobresaltado, arraigado, lustrado, maltratado, enfadado y amainado despeja las dudas de mi ser, refleja los sentimientos ocultos por una capa de indiferencia y enfado, por un velo que esconde lo que no supiste ver, lo que no quisiste ver.
Ahora, otra alma, desdichada cual la mía, desea verlo, sentirlo y tratarlo, pero tarde es, ahora ya no es el momento de querer, el momento de amar. Ahora recurriendo al refrán el molino quedó vacío, yermo de agua, de vida y movimiento, y queriendo sin querer, rechazando sin rechazar, mintiendo sin decir la verdad, se mira a los ojos y se insta a olvidar.
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