lunes, 19 de diciembre de 2011

Destino

Notar que se hace de noche y que el aire te falta, que te falta una parte de ti que ya no encuentras, mirar en el suelo por si se te ha caído, y solo ver cristales rotos, fotos quemadas y portarretratos desencolados.

Ver como se disipa cada segundo en el aire como si fuera el humo de un cigarrillo que se va y te va consumiendo, lentamente caloría a caloría, mientras que lo único que puedes hacer es mirarlo. Ver tus ojos reflejados en los de un anciano y en los de un niño sin saber realmente a quien te pareces más, o quien preferirías ser. Un cúmulo de preguntas, sin preguntar y sin responder, una montaña de dudas irresolubles que te sepultan en cuanto quieres, siquiera, plantearlas superficialmente.

Leer un fragmento de un autor conocido, y ver que es justo eso lo que te gustaría expresar, sentir la impotencia que se mueve por tus venas, la misma impotencia cuando sabes de la enfermedad de un familiar, cuando sabes que jamás regresará y aún sigue estando aquí. Pero menos que cuando sabes que sus allegados ya lo dieron todo por perdido, si es que alguna vez pensaron lo contrario o tuvieron una mínima esperanza.

 Que voluble es el tiempo, que frágil el momento y como nos afecta el supuesto moverse del destino, un destino tan predefinido como aleatorio, tan predecible como cambiante. Muchas veces pienso que el destino existe y de lo que somos libres es de elegir el camino que nos lleve a él. Después, me quiero equivocar, pero a veces deseo que sea realmente así.


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