lunes, 16 de mayo de 2011

Cajas llenas de locos

A los locos los encierran dentro de una caja, que tiran al mar. Al mar del silencio de los cuerdos. Del cuerdo que inventó el castigo y el hambre, el lúcido que pensó en la mentira y el interés, del sabio que ideó el cansancio y el aburrimiento. El mar está lleno de cajas. El mar está en silencio.
Pero, bajo su superficie, se escucha el susurro apagado de una multitud mutilada. La luz tintinea, procedente del cielo, del sol, iluminando el fondo. ¿Quién tiene ganas de escuchar ese murmullo que murmura al oído del que desea atender? Preferimos vivir en las ondas del mar, dejándonos mecer por el silencio superficial creado por los sabios, los lúcidos y los cuerdos. Que amablemente damos nuestro brazo a torcer y adquirimos un poco de cordura a bajo precio. Pagamos con nuestra libertad y cedemos nuestra mente.
Ahora vivirás como siempre deseaste, tranquilo, sin que te encierren en una caja, sin que te torturen y te troceen para que quepas. Echa un vistazo bajo tus pies e intenta ver si hay algún tablón.
















Hazme caso, sé lo que digo, conozco la madera de caoba a la perfección.  Una madera resistente a la humedad y a los parásitos que dejo escapar por mi boca cuando me provocan. Conozco la madera. La madera de mi barco, la madera de mi caja.

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