
Sin mirar por un solo instante al teclado de mi máquina recorro los rincones de mis recuerdos en busca de algo digno de mención y solo me viene a la cabeza esa máquina que un día mi abuelo, me dejó utilizar cuando tenía 5 años. No recuerdo muy bien su marca, quizás Olivetti u Olympia, no me acuerdo, solo me logro traer su color a la mente, verde oliva.
Esa máquina tenía la cinta desgastada de copiar cuentos e historias, como la del tamborilero, la de la mosca o la cerilla, novelas policíacas dónde tú elegías el siguiente paso a seguir, historias fantásticas sobre elfos y duendes, cartas a personajes ilustres ya muertos y también confusas e incoherentes letras aleatorias de un niño de 5 años.
Yo también recuerdo esa máquina de escribir y pasar las tardes delante de ella escribiendo cuentos...
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