Llorando, mientras escuchas las canciones más alegres que tu estado de animo te permite escuchar, cerrando los ojos sosteniendo la nota ténue de tu voz, sonriendo mientras el salado atrapa tus labios y tu cara destila pasión. Una pasión tan vívida que solamente un loco se atrevería a ignorar, solo un demente se atrevería a infravalorar y un enfermo a olvidar. ¿Quién se atrevió a hacerte llorar? ¿Quién se atrevió a jugar contigo? Un gato loco, con cara de hombre y sentimientos de hojalata. Sentimientos artificiales en una ciudad artificial y mecánica olvidada por la naturaleza.Somos lo que hacemos o hacemos lo que somos. Determinismo parcial que te hizo llorar.
Parcialidad que te hizo sufrir mientras la música sonaba curándote tus heridas, como si fueras un felino salvaje que tras una fiera pelea, y una injusta derrota, se refugia en su madriguera para curarse sus heridas. Sueños que se olvidan y recuerdos que regresan. Que cruel puede llegar a ser nuestra consciencia, por eso la ahogamos con música.Tanta gente como relatos, tantos relatos como historias, tantas historias como humanos, tantas historias como sentimientos.
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