Esas verdades que se perdieron en la boca del cuentacuentos porque los adultos pensaban que solo contaba mentiras. Esos adultos que en un pasado no muy lejano también fueron niños y creyeron las verdades de algún otro cuentacuentos, pero ahora ya no se acuerdan, ya no es su realidad y se compadecen erróneamente de sus hijos a los que llevaron a que escuchara a ese soñador.
Pero lo que no saben es que son ellos los que tienen el problema, los que olvidaron como soñar y reír por aquellas cosas que antes les sacaba una sonrisa. La única mentira es que ellos conocen que es lo que de realmente es verdadero.
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